En la liturgia se oró por la memoria de los que murieron, pero también por los 27 supervivientes.
Los haitianos Destina, de 47 años, y su hijo Guty, de 12, sobrevivieron a la tragedia, y antes del acto religioso rememoraron el difícil momento que vivieron hace un año, en un accidente que marcó sus vidas.
El coordinador nacional de la Red Clamor en Panamá, Rafael Lara, explicó a EFE que en su albergue en la localidad de David, próxima al lugar del siniestro, atendieron después del accidente a 26 personas con sus familiares.
Algunos familiares llegaron para cuidar a los convalecientes y otros para reconocer los cuerpos de sus allegados muertos. De ellos, según Lara, "aún queda esta madre con su hijo", que todavía tratan de recuperarse.
De los 37 migrantes muertos en el accidente, considerado uno de los peores ocurridos en Centroamérica, 13 cuerpos no fueron reclamados ni identificados, por lo que posteriormente los sepultaron en un cementerio de David. Había nacionales de Ecuador, Haití, Brasil, Cuba, Colombia, Venezuela y Camerún.
El acto conmemorativo contó con la presencia de representantes de organismos internacionales como la Cruz Roja, Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Unicef, o HIAS (organización de protección de refugiados), entre otros.
El accidente ocurrió en la madrugada del 15 de febrero de 2023.
Después de cruzar la peligrosa selva del Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, donde deben superar ríos crecidos, posibles atracos o violaciones. Los migrantes se subieron a uno de los autobuses habilitados por las autoridades panameñas para agilizar el paso por el país.
Pensando que lo peor del viaje había quedado atrás, iniciaron el trayecto rumbo a la frontera con Costa Rica, pero nunca llegaron. Cuando se encontraban solo a unos pocos metros del centro de recepción migratoria en Gualaca, en la provincia fronteriza de Chiriquí, el autobús comenzó a tambalearse.
A continuación el vehículo se salió de la carretera y cayó a una pequeña hondonada, donde las rocas afiladas convirtieron el autobús en un amasijo de hierros. Viajaban 66 personas, falleciendo el conductor, su ayudante, ambos panameños, y 37 migrantes, varios de ellos menores de edad.
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