Uno de los aspectos más innovadores del Wii U fue su GamePad, un controlador táctil con pantalla integrada que permitía jugar de forma remota en la sala o continuar partidas en otro ambiente de la casa. Aunque con limitaciones técnicas, este periférico anticipaba la jugabilidad híbrida entre las modalidades portátil y de sala que luego definiría al Nintendo Switch.
Si bien comercialmente no alcanzó las ventas de su predecesor, para Nintendo el Wii U resultó ser una valiosa caja de resonancia. La retroalimentación de los consumidores alertó a la compañía respecto a la necesidad de potenciar la jugabilidad fuera del hogar, eliminando las ataduras mediante una conectividad inalámbrica de largo alcance.
De esta forma, el Switch se erigió como la concreción del concepto multidispositivo iniciado años atrás. Más allá de corregir errores, reinventó el formato combinando en una única consola las posibilidades del hardware casero con la portabilidad y versatilidad de las handhelds.
Pese al olvido, el Wii U legó un valioso aprendizaje que resultó clave en el resurgimiento de Nintendo en los últimos años. Al fin y al cabo, la experimentación es parte fundamental del progreso, aun cuando esto conlleve tropiezos en el camino.
Fuente: Polygon